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Venezuela-Colombia: Rumores de paz

Venezuela-Colombia: Rumores de paz

Miguel Lozano

Caracas.- La gestión humanitaria para la liberación de tres personas en poder de la insurgencia colombiana abrió a fines de 2007 un complicado proceso internacional que coloca hoy en una situación delicada las relaciones de Colombia y Venezuela.

La historia, por momentos novelesca, comenzó con buenos augurios y a partir de su naturaleza noble y la disposición inicial de las partes pareció abrir las puertas del entendimiento entre los dos gobiernos, con posiciones políticas e ideológicas muy diferentes.

La senadora colombiana Piedad Córdoba, nombrada por su gobierno facilitadora para el canje humanitario, hizo el papel de catalizador, cuando solicitó al presidente venezolano, Hugo Chávez, apoyar esa gestión.

Pese a estar ante un referendo sobre una reforma constitucional de importancia para su futuro político, apenas recibió el visto bueno de Bogotá, Chávez puso en ese empeño la pasión que le caracteriza y un tiempo precioso.

Sólo unos días antes de la votación (que perdió el 2 de diciembre pasado), el mandatario venezolano visitó París para conversar con su colega francés, Nicolás Sarkozy, con el canje humanitario como tema básico del diálogo.

Todo parecía marchar sobre ruedas y fuentes oficiosas venezolanas adelantaban versiones sobre acercamientos que posibilitarían la liberación de dos grupos de personas en poder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Las señales esperanzadoras pusieron a dudar a parte de quienes consideraban imposible un acuerdo por las posiciones duras del gobierno del presidente Álvaro Uribe, su estrecha relación con Washington y su predilección por la vía armada.

Chávez paso de ser "facilitador" a ser llamado "mediador", en una gestión que avanzó de únicamente encaminada al canje humanitario para apuntar a conversaciones para un acuerdo de paz.

Caracas fue visitada, con anuencia colombiana, por delegados de las FARC y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la segunda fuerza insurgente colombiana. Todo eran sonrisas y esperanzas.

Como un trueno que en una tarde soleada desencadena una tormenta inesperada, el gobierno colombiano canceló abruptamente la mediación de Chávez y la senadora Córdoba. Los nubarrones coparon el panorama.

El argumento, que las autoridades venezolanas calificaron de pretexto, fue una llamada telefónica de Córdoba a un general colombiano, durante la cual le pasó el teléfono a Chávez, quien intercambió algunas frases con el militar.

La breve conversación fue considerada suficiente para dar por terminada la gestión mediadora, clausurar la esperanza de los familiares de los presos de uno y otro lado y de la posibilidad de un acercamiento que pudiera abrir el camino hacia la paz.

Tanto desnivel en la balanza activó a observadores suspicaces que desde el principio trataban de encontrar una sola razón por la cual Uribe y sus aliados estadounidenses pudieran estar interesados en el canje y un proceso de negociaciones con los insurgentes.

Versiones escuchadas en medios no oficiales en Caracas fueron que Chávez cayó en una trampa pensada desde el principio o que ante la posibilidad real de avances y la presión norteamericana, Uribe decidió dar marcha atrás.

Un acuerdo humanitario hubiera lanzado la figura de Chávez a un nivel continental y mundial; un arreglo de paz podría socavar la amplia presencia militar de Estados Unidos en Colombia. Ninguna de las dos opciones son bien vistas en Washington.

Los familiares de retenidos por las FARC insistieron y pidieron a Chávez persistir en su esfuerzo, a partir del criterio que nunca antes estuvo más cercana la liberación de sus parientes.

En este contexto, las FARC reabrieron la puerta y anunciaron la liberación de la ex candidata a la Vicepresidencia Clara Rojas, su hijo Emmanuel y la ex congresista Consuelo González, como retribución a los esfuerzos del presidente venezolano y Córdoba.

Comenzó entonces una larga espera por las coordenadas del lugar de la liberación. Un centenar de periodistas en Caracas esperamos un día entero en el aeropuerto de Maiquetía con grabadoras, cámaras y repelente para los insectos de la selva.

Desconsolados vimos despegar el Tango-1 con el expresidente argentino Néstor Kirchner y los aviones falcon con insignias de la Cruz Roja con comisionados de siete países a bordo, quienes volaron a la ciudad colombiana de Villavicencio.

Luego se desmontó el aparato internacional elaborado como garantía de seguridad para los liberados y los comisionados abandonaron Villavicencio.

Uribe acababa de dar un nuevo golpe al anunciar que la demora en obtener las coordenadas no se debía a operaciones militares como argumentó la insurgencia, sino a que las FARC no tenían en su poder al niño Emmanuel, en realidad internado en una institución en Bogotá.

Las pruebas de adn confirmaron la identidad del niño ubicado en la capital colombiana, Chávez adelantó que seguía realizando gestiones para la liberación de las dos mujeres y finalmente anunció que Venezuela tenía las coordenadas.

A solicitud de Colombia, la observación internacional se limitó a la Cruz Roja y el embajador cubano en Caracas, Germán Sánchez Otero, quien formó parte del grupo que viajó a la selva y a la zona colombiana de Guaviare, ya con las dos liberadas.

Clara y Consuelo se reunieron con sus familiares en la capital venezolana y viajaron a Colombia, donde esperaba Emmanuel, pero la zaga de la operación humanitaria dejó campanas de esperanza y también ruidos y frustraciones.

De un lado quedó demostrada la eficiencia de la mediación de Chávez, pero del otro ratificó lo que todos saben: la existencia de intereses poderosos opuestos a terminar con el conflicto.

El episodio puso sobre el tapete algunas contradicciones que es necesario definir si se quiere avanzar hacia un proceso de paz, una de ellas la incongruencia de realizar negociaciones cuando una de las partes califica a la otra de terrorista.

La puntualización por parte del presidente venezolano de este aspecto, al pedir que se deje de calificar a las FARC de terrorista, provocó un nuevo golpe sobre la mesa y acusaciones colombianas de que esa valoración es una injerencia en los asuntos internos.

En su respuesta en nota oficial, Venezuela acusó al gobierno colombiano de no estar comprometido con la paz, sino obsesionado con la guerra y de buscar pretextos para justificar la lógica militarista.

Las autoridades venezolanas estiman que al reconocer la cancillería colombiana los efectos negativos del conflicto armado sobre la población venezolana, "justifica cualquier medida, en el marco del derecho internacional para regularizar esa situación"

De fondo en el fuerte intercambio, con los ruidos de la guerra colombiana en lontananza, están más de dos mil 200 kilómetros de frontera común y un intercambio comercial cercano a los siete mil millones de dólares en un año.

A partir del criterio generalizado de que no habrá solución a ese conflicto por vía militar, el episodio de la liberación de Clara, Emmanuel y Consuelo ratifica asimismo la importancia de la participación internacional en la búsqueda de un arreglo.

En una especie de epílogo, Chávez instó a buscar la paz "con creatividad". "Venezuela - ha dicho- está dispuesta a ayudar, y yo sigo haciendo un llamado a los gobiernos del mundo para que ayuden a Colombia. Es un pueblo hermano, heroico y hermoso".

Fuente: Prensa Latina/Punto Final, Chile

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