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Dudamel: A bailar con la Sinfónica

Dudamel: A bailar con la Sinfónica Por Miguel Lozano

Caracas.- Con 28 años de edad el venezolano Gustavo Dudamel se reafirmó en 2009 como fenómeno capaz de llevar la música sinfónica a multitudes y expresiones populares a los más exigentes escenarios.
Surgido de una experiencia singular como el sistema de orquestas infantiles y juveniles creada por el maestro José Antonio Abreu, que agrupa de más de 250 mil venezolanos, Dudamel es hoy uno de esos músicos “clásicos” capaz de llenar estadios.
A fines de 2009 reunió en la ciudad venezolana de Barquisimeto a más de 25 mil personas en un estadio de fútbol, a quienes regaló un concierto memorable con una orquesta de mil 200 interpretes surgidos del programa del maestro Abreu.
Pero ese concierto, que incluyó desde Tchaikovsky hasta el joropo, fue sólo una cuenta de un rosario de actuaciones que –sin partituras- Dudamel regala a fines de año a poblaciones de todo el país, en una iniciativa que enaltece más su música, si fuera posible.
El costo de la entrada de estas presentaciones es un juguete, que luego es entregado a niños de familias de pocos recursos. Sólo en Barquisimeto la cifra superó los 25 mil, en Caracas fueron otros 15 mil tal como sucedió en Mérida, entre otras ciudades.
Así el joven director de orquesta venezolano, a quien le gusta seguir definiéndose como “un muchacho de Barquisimeto”, cerró un año fructífero en que su talento le llevó a asumir la dirección de la Filarmónica de los Ángeles.
Con su actuación también reafirmó los valores del Sistema Nacional de las Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, consagrada al rescate pedagógico, ocupacional y ético de la infancia y la juventud, mediante la instrucción y práctica musical.
De Dudamel se afirma que es capaz de controlar, aún en orquestas integradas por músicos de otros países, los más mínimos detalles y matices y al mismo tiempo infundir energía y cohesión para brindar actuaciones electrizantes.
Los éxitos no le han hecho olvidar sus orígenes –como demuestra la gira nacional con fines benéficos- y sus constantes apreciaciones sobre el sistema creado por el maestro Abreu que califica de fenómeno social de participación.
Su filosofía, expresada en una entrevista reciente, es que “un director sin orquesta no es nadie. Allí hablamos de diferentes colores y tonalidades, pero al final todos tenemos un fin que es la partitura y la música y todos tenemos que caminar juntos”.
Sobre el sistema de orquestas afirma que “hoy vemos a los niños tocar, cantar y luchar por mejorar nuestro país, y de eso se trata, de engrandecer un pueblo para las generaciones venideras, pero para ese fin debemos trabajar con amor, fuerza y disciplina.”
Dudamel apareció en la escena internacional en 2004, cuando ganó el concurso Bamberg Symphony Gustav Mahler Conducting y luego, entre otras muchas orquestas dirigió Don Juan de Mozart en la Scala de Milán, las filarmónicas de Londres e Israel y la orquesta de Santa Cecilia de Roma.
Llegó a la música atraído por el trombón, que su padre aprendió a tocar también con el “sistema” de orquestas, pero por sus brazos todavía pequeños se inició con el violín a los cuatro años de edad.
Desde los 12 años integró una de las 200 orquestas juveniles que tiene el respaldo estatal, opción para jóvenes de pocos recursos, incluyendo niños desamparados.
Tal como hacen las orquestas del “sistema”, su repertorio habitual incluye piezas clásicas del repertorio mundial y de autores latinoamericanos, una característica que ha dado a conocer muchas obras de la región en el resto del mundo.
A menudo mezcla piezas como Suite No. 1 de Carmen y Los Toreadores de Georges Bizet y Obertura Caballería Ligera, de Franz von Suppé, con Alma Llanera del venezolano Pedro Elías Gutiérrez.
Sin perder la sonrisa nunca, Dudamel ha logrado el milagro de poner a bailar con una orquesta sinfónica a multitudes que como ya viene siendo un rito en sus actuaciones le piden piezas como el Mambo de West Side Story de Leonard Berstein.
Con él desaparece la línea formal entre lo clásico y lo popular, un concepto que pone en duda su cabellera irreverente aún vestido de frac o su afán de llevar piezas populares latinoamericanas a Alemania y obras de Wagner a los barrios humildes de Caracas.
Dudamel tiene todavía mucho por andar, pero ya ha logrado uno de los éxitos quizás más difíciles de obtener por un artista, el reconocimiento de los más exigentes especialistas europeos y aclamado por multitudes en estadios, como demostró en 2009.
Fuente: Prensa Latina
ml

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