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El regreso de Gloria Stolk, de Santo Domingo a Caracas

El regreso de Gloria Stolk, de Santo Domingo a Caracas

Miguel Lozano

 

Caracas.- Gracias a la magia del libro, Gloria Stolk (1912-1979) acaba de regresar a su Caracas natal, como si recién llegara de Santo Domingo con cuentos recién escritos entre platos de sancocho y chivo picante.

   La historia cuenta que consolidada ya su fama de escritora en Venezuela viajó como diplomática a República Dominica, de donde regresó con un informe excepcional: 11 cuentos y una noveleta que publicó con el nombre de Cuentos del Caribe.

   Es probable que, como corresponde a su cargo, asistiera a recepciones de especialidades francesas y wisky de 18 años, pero como los buenos poetas –aunque escriban prosa- también debió haber bebido cerveza metida en un cartucho, en algún “colmado” popular.

   Las historias presentadas por Monte Ávila Editores en la instauración de la Cátedra Fundacional de Periodismo “Gloria Stolk”  son reflejo de un acercamiento que fue mucho más allá de la vida a veces ajena de los diplomáticos.

   Sus cualidades de “mujer de hondo señorío, de especial gracia, de profunda cultura”, al decir de Roberto Lovera de Sola, quedan reflejadas en esta perla literaria de Gloria Pinedo de Marchena (quien firmó casi todos sus libros con el apellido Stolk).

   Esta obra, en específico, refleja la capacidad de internarse en el Caribe mágico y real, donde los niños pueden tener grillos y mariposas en la cabeza (Grillos y mariposas) o las doncellas un cantar compulsivo (Así me dijo el mar).

   La autora nació en Caracas por decisión de sus padres y el destino, pero murió en la misma ciudad por voluntad propia, luego de 67 años de una activa y prolífica vida intelectual en la que dejó sentada las posibilidades de la mujer en la literatura venezolana.

   Novelista, poeta, crítica y ensayista, Stolk dejó una obra profunda y re-editable, como estos cuentos caribeños, que llevan al lector de la mano del amor, el erotismo y el humor por el Caribe que como gestor emocional va más allá de una zona geográfica.

   En el campo de la novela dejó Diamela (1951), Bela vegas (1953), Amargo el fondo (1957), Cuando la luz se quiebra (1961) y La Casa del Viento (1965).

   Publicó narraciones cortas bajo los títulos de Los miedos (1955), Ángel de Piedra (1962) y Cuentos del Caribe (1975), así como los poemarios Rescate y otros poemas (1950) y Cielo Insistente (1960), además de ensayos y su antología América cuenta (1965).

   En sus Cuentos del Caribe, de nuevo a disposición de los lectores latinoamericanos, Stolk logra, desde su óptica femenina y con un lenguaje impecable y sin rebuscamiento, presentar lo real-maravilloso que definiera Alejo Carpentier.

   Con fino erotismo narra historias como la del evangelista que cambia su obsesión bíblica por una mujer de labios carnosos, con piel como la arena de la playa, que canta como las palmeras, con sangre más ardiente que el sol (Samaná, Samaná)

    La tragedia (La frente de vidrio y Duke Goombay) y el humor (El gallo loco) forman parte también de la colección caribeña de Stolk, muestra de una literatura a ratos irreverente, de buena factura e indudable actualidad.

Ml

 

1 comentario

marianina -

Cuantos buenos recuerdos de mi época de estudiante universitaria! Comentábamos sus artículos de prensa y su obra recién publicada.