María Lionza: culto indígena, africano y europeo
Miguel Lozano
Caracas.- Culto popular con amplias connotaciones, el de María Lionza sobrevivió a la colonización europea, la cristianización de los indígenas y la modernidad para entrar al siglo XXI como creencia de amplio arraigo en Venezuela.
Idealizada como una mujer exuberante, de formas amplias y voluptuosas, María Lionza abarca una creencia buena para solucionar problemas del cuerpo, el corazón o las finanzas y ayudar a imponerse a dificultades de cualquier tipo.
Algunas versiones ubican los orígenes de la creencia antes de la llegada de los españoles, cuando la hermosa princesa Yara fue raptada por una serpiente anaconda, dueña de las aguas, enamorada de la belleza superlativa de la joven.
Quizás en pago de su culpa –de acuerdo con esta variante- la serpiente murió hinchada en las montañas de Yaracuy, estado venezolano cuya capital, San Felipe, se encuentra unos 270 kilómetros al sudoeste de Caracas.
La princesa indígena adoptó de alguna manera su nombre actual, como parte del sincretismo religioso manifestado en todo el continente, al identificarla como Nuestra Señora María de la Onza del Prado de Talavera de Nívar.
Con el tiempo, esa identificación tan extensa pasó a ser conocida por sus seguidores como María Lionza.
A menudo es representada como una mujer de amplios atributos femeninos acompañada de un tapir, onza o danta, mamífero del tamaño de un jabalí, de nariz prolongada en forma de pequeña trompa.
Reconocida como Diosa de la Naturaleza y el Amor tiene sus mayores momentos de devoción durante la Semana Santa y el Día de la Raza, 12 de octubre, fecha de la llegada de Cristóbal Colón al continente, hoy Día de la Rebeldía Indígena en Venezuela.
Los altares
Sus devotos generalmente le levantan altares en que ocupa el lugar principal, como Reina de legiones, usualmente ubicada entre Guicaipuro, quien preside la corte indígena y Negro Primero, al frente de la corte negra.
Los altares a María Lionza incluyen flores, frutas, ron, aguardiente y cruces formadas con cigarrillos y otros elementos, en dependencia de los requerimientos y las posibilidades de sus seguidores y gran diversidad de expresiones de fe.
Guicaipuro, cacique indígena de la región de Caracas, es para los venezolanos el símbolo de la resistencia de la población autóctona y Negro Primero es el apelativo de un africano de grandes dotes militares, destacado en las guerras de liberación nacional.
El culto original se ha ido impregnando de corrientes espiritistas en auge en el siglo pasado y de otras influencias, incluyendo el vudú haitiano, según estudiosos de las manifestaciones religiosas venezolanas.
Desde la década de los años 50 del siglo pasado y por decisión del gobernante Marcos Pérez Jiménez, en la Autopista del Este de Caracas se puede ver una estatua desnuda de la bella princesa, que según las descripciones tenía los ojos verdes y amplias caderas.
La estatua que se ve hoy es una réplica de la esculpida por Alejandro Colina (1901-1953) ante los daños de la contaminación a la original, actualmente en restauración.
Más allá del mito, al culto se le atribuye la devoción a la naturaleza, común en muchos pueblos, lo que tal vez contribuya a explicar la presencia de altares y seguidores de María Lionza en otros países como Colombia, República Dominicana y Puerto Rico.
La doncella que atrajo con su belleza al Gran Anaconda, dueño de las aguas, se convirtió con el paso de los siglos en un exponente de la mitología rural y urbana de un país surgido de la unión a la vez mágica y cruenta de indígenas, africanos y europeos, como ella misma ha llegado hasta nuestros tiempos.
Fuente: semanario internacional Orbe
2 comentarios
Yara -
Que María Lionza nos siga llenando de bendiciones... Felicitaciones.
www.hijosdeyara.blogspot.com
ruben_tamanaco -