Parar o seguir sin Colombia
Miguel Lozano
Caracas.- El ataque colombiano a territorio ecuatoriano del pasado 1 de marzo colocó hoy a los países latinoamericanos ante una disyuntiva que básicamente radica en olvidar los procesos integracionistas o seguir adelante sin Colombia.
La incursión dinamitó la ya maltrecha Comunidad Andina de Naciones (Colombia, Ecuador, Bolivia y Perú), bloqueó una prevista cumbre de la Unión del Sur (UNASUR) y puso en entredicho la posibilidad de avanzar en otros proyectos concretos.
La violación de la soberanía de un país vecino, seguido del intercambio de ofensas, ciertamente, no es escenario apropiado para el avance de proyectos que se proponen la sustitución de la competencia por la complementación.
Particularmente la CAN ya había sido golpeada antes por la decisión colombiana de firmar un tratado de libre comercio con Estados Unidos, que Venezuela consideró una traición a los principios de la alianza y motivó su salida.
Ahora el canciller boliviano, David Choquehuanca, en una reunión de la Organización de Estados Americanos (OEA), consideró que la CAN quedará más debilitada pues será difícil a corto plazo superar las consecuencias de la violación y las ofensas.
Otra víctima inmediata de la agresión a territorio ecuatoriano, en la cual murió el jefe guerrillero colombiano Raúl Reyes es una cumbre de UNASUR prevista para los días 28 y 29 de marzo en Cartagena de Indias, Colombia.
Tras la incursión militar colombiana, Venezuela adelantó que no asistirá pese a haber sido un importante impulsor del encuentro- pues considera sin sentido sentarse a hablar de integración y cooperación cuando uno de esos países viola la soberanía de otro.
Según la marcha de los acontecimientos, parece también altamente improbable la presencia de Ecuador en esa cita.
"Como presidente pro témpore tengo problemas serios (para garantizar la III cumbre de UNASUR), reconoció el presidente boliviano, Evo Morales, en relación con la reunión en la cual se esperaba aprobar un tratado de Unión de Naciones del Sur.
La iniciativa de 12 países ya había sido torpedeada por Colombia, según denunció el presidente venezolano, Hugo Chávez, con una inacción que venía atrasando el encuentro que debía haberse realizado en enero pasado.
De tal forma queda congelada la propuesta surgida en diciembre de 2004 en Cuzco (Perú) y que dejó vislumbrar en una primera etapa una unificación del Mercado Común del Sur (Argentina, Brasil, Uruguay y paraguay) con la CAN.
Según la valoración de las autoridades venezolanas, peor aún que el mismo incidente y sus consecuencias inmediatas, es la preocupante posición asumida por Colombia, porque amenaza con convertir la región de semilla de unión en campo de batalla.
En opinión de Chávez los argumentos de legítima defensa esgrimidos por el gobierno del presidente Álvaro Uribe son tan delicados que podrían llevar a la guerra a toda Suramérica.
Un elemento clave es que esta posición ha sido utilizada por Estados Unidos para invadir países como Afganistán e Iraq y por Israel para bombardear, ocupar y masacrar naciones vecinas, más allá de cualquier frontera.
Ello se complica más si a ello se suman las acusaciones recurrentes de Estados Unidos contra Venezuela y Bolivia por supuestamente apoyar o no combatir el narcotráfico y hasta vinculaciones con el terrorismo.
La fantasiosa acusación a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia de negociar con uranio acerca los argumentos a aquellos de las armas de destrucción masiva (nunca encontradas) utilizadas como pretexto para invadir Iraq.
Otro elemento peligroso es la presencia en Colombia de tropas de Estados Unidos, cuyo gobierno ha sido un reconocido opositor de los intentos integracionistas que ponen en peligro su posición hegemónica y de control económico en la región.
La incursión colombiana dio un giro brusco al proceso de unión suramericana que hoy prioridad la búsqueda de paz a la cooperación, pero también abre una etapa de recomposición de la búsqueda integracionista.
En esa próxima fase, si se logran conjurar las trompetas de guerra, Colombia aparece como el patito feo de la política suramericana, que deberá decidir si nada con sus hermanos o permanece aislado, en la peligrosa compañía de un águila.
Fuente: Prensa Latina/Reporte
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