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Regimiento Hatuey: aporte indígena a la independencia cubana

Regimiento Hatuey: aporte indígena a la independencia cubana

Miguel Lozano

La Habana.- Estudiosos partidarios de revalorizar el aporte indígena a la nación cubana retoman hoy la poco conocida acción de los aborígenes en las luchas independentistas, que contradice la creencia generalizada de su extinción alrededor del año 1600.

  El caso más relevante es la presencia del Regimiento Hatuey, una formación militar integrada en 1895 por descendientes de indígenas en la zona de Yateras, en el oriente de la isla, que combatió contra las tropas españolas en la lucha por la soberanía del país caribeño.

Pese a estar bien fundamentadas en la historiografía, incluyendo referencias en el diario de campaña del patriota independentista José Martí, la existencia de esta agrupación es generalmente olvidada en los recuentos históricos.

La trayectoria del regimiento ha sido estudiada y documentada por varios especialistas, entre ellos José Sánchez Guerra, historiador de Guantánamo, la provincia cubana a la cual corresponde el municipio Manuel Tames, donde se concentran más descendientes de aquellos indígenas.

Sánchez Guerra ha recogido abundante información sobre este regimiento formado por indígenas que en un principio luchaban al lado de los españoles, como resultado de la habilidosa manipulación de Pedro Garrido, un líder regional realista.

Según las versiones, Garrido atrajo mediante algunas prebendas a estos valiosos combatientes, duchos rastreadores y habituados a vivir en las duras condiciones del monte y la montaña, que en un inicio dieron fuertes dolores de cabeza a las tropas mambisas (independentistas).

El general Antonio Maceo, líder cubano conocido como El Titán de Bronce por su condición de militar, pero también estratega y político, pidió a varios de los insurgentes que mantenían relaciones con familias indias trabajar en la incorporación de los indígenas a las filas independentistas.

Fue Cristina Pérez, una criolla casada con Ramón Ramírez, un cacique menor, la que logró convencer a aquellos descendientes de los indígenas masacrados por los colonizadores que estaban luchando en el bando equivocado.

Sánchez Guerra recoge las palabras atribuidas por Luis Morlote, un testigo presencial, a Cristina, quien se presentó como una médium. A través de ellas los ancestros de los caciques hablaron la noche del 13 de mayo de 1895:

"En el gran reloj de los tiempos está señalada ya la hora de la independencia nacional cubana. A pocas leguas (medida equivalente a 5,57 kilómetros) tenéis a uno de los famosos generales de la contienda libertadora, el gran Antonio Maceo. Yo estoy con él y vosotros conmigo y por consiguiente os mando que alentados por el recuerdo de las persecuciones de que fue víctima nuestra raza, en lugar de continuar la sangrienta campaña que contra él habéis emprendido, os unáis a sus fuerzas, valientes y decididos, a pelear por la redención de Cuba, vuestra patria, que ya es hora, que ya es necesario que sea libre".

Para Alejandro Hartman, historiador de Baracoa -la villa primada de Cuba- la existencia del Regimiento Hatuey es una pieza importante a la hora de desmontar el que considera el mito de la extinción indígena.

En entrevista con Prensa Latina Hartman explica que, según las referencias históricas, aquellos soldados pertenecía mayoritariamente a las familias Ramírez y Rojas de Yateras, cuyos descendientes con rasgos característicos de los indígenas siguen viviendo en esa región hoy.

"Su valentía fue tal que este regimiento decide la batalla de Sao del Indio, ejemplo concreto en la historia de nuestro país y estoy hablando del 31 de agosto de 1895", subraya Hartman.

Se dice que un centenar de indígenas estaba incorporado a ese regimiento que llevó el nombre de Hatuey, un cacique de la vecina isla La Española, que encabezó en Cuba las primeras acciones de resistencia armada a la conquista.

Coincidentemente, como comandante de esa agrupación se nombró a Dionisio Gil, un dominicano, quien fue sustituido luego en el mando por Silverio Guerra, posteriormente conocido como "el coronel de las montañas".

La decisión combativa de estos indígenas ha llegado a nuestros días con la denominación de "guapos de Yateras", aunque pocos hacen la asociación con una expresión de la supervivencia indígena y sus aportes a la independencia y la nacionalidad cubana.

Para algunos estudiosos, como Hartman, todavía hoy pueden encontrarse en la zona campesinos con rasgos indígenas, entre ellos el llamado "cacique Panchito" (Francisco Ramírez), nieto del cacique Ladislao, participante de la gesta independentista.

Sin embargo, no debe pensarse en una comunidad como existe en otros países donde la población aborigen sobrevivió y mantuvo su conciencia, tradiciones, idioma y cultura, sino más bien en campesinos de ascendencia indígena.

Como resultado del desarrollo de la sociedad cubana y el mestizaje es imposible hoy identificar una comunidad indígena, si bien elementos como casas (bohíos) e instrumentos de labranza (coa) siguen siendo visibles, así como voces del lenguaje actual.

El areito (danza indígena) prácticamente desapareció, pero el investigador cubano José Antonio García asocia en su investigación un baile que practica la familia del cacique Panchito con esos pasos.

Interrogado al respecto Hartman explica que "No es la música. Lo que canta Panchito es un changüi antiquísimo, un son primitivísimo, pero no podemos decir que es música arauaca si bien la coreografía es asociada con estudios hechos en América del Sur, Amazonía fundamentalmente.

Ese es el criterio dado por José Antonio que sigue profundizando y estudiando. ¿Qué nos parece a nosotros? Que tenemos que hacer estudios comparativos, precisa el historiador.

Al mismo tiempo, pese a la poca presencia numérica y los enfoques que dieron por extinguidos a los aborígenes, Hartman se incluye entre quienes en los últimos años abogan por darle mayor valor al legado indígena en Cuba.

En este enfoque, evidencias históricas como la existencia del Regimiento Hatuey, constituyen elementos que contradicen la percepción aceptada generalmente como valida de la extinción indígena y del nulo aporte de los aborígenes a la nacionalidad cubana.

Fuente: PL

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