Entrevista/Héctor Oropeza/cuatrista
Su majestad el cuatro
Miguel Lozano
Caracas.- De acompañante a solista y de hijo menor de la guitarra a instrumento rey venezolano, el cuatro vive hoy momentos de auge y convoca a públicos de todas las edades, garantía de arraigo y permanencia.
Llegada a Venezuela como la guitarra del Renacimiento, según algunos estudiosos, pero con sólo cuatro cuerdas, hoy nadie duda en el país sudamericano que se trata de un valor nacional, con posibilidades enormes, todavía por descubrir en el exterior.
Prueba de ello fue la celebración los días 14 y 15 de octubre en el Centro de Arte La Estancia de Caracas del X Encuentro Nacional de Cuatristas "Freddy Reyna", con muestras de diversas modalidades.
Para Héctor Oropeza, ejecutor, primero autodidacta y luego con la enseñanza del profesor Víctor Julio González, el auge del instrumento se debe en parte a su versatilidad y también porque "Cada venezolano tiene en el fondo esa alma de cuatrista".
En conversación con Prensa Latina, al término de su actuación en La Estancia, Oropeza se declara entusiasmado por la cantidad de intérpretes, incluyendo niños, apoyados por fundaciones y talleres.
"Hay un gran auge, viene mucha gente, personas mayores dicen que se sienten felices", expresa el músico quien al mismo tiempo considera peligroso lo que denomina el "adoctrinamiento" de algunos maestros que quieren imponer su estilo propio en su taller o cátedra.
"Tenemos virtuosos en un estilo, pero no lo son al mismo tiempo en todos los que puede desarrollar el cuatro, un instrumento muy versátil" en opinión de Oropeza.
Otra tendencia a combatir, según su criterio, es la de actuar como solistas y abandonar la vertiente del acompañamiento. En mi caso -explica- toco con el grupo Ensamble Cumañí, el cual incluye voces, violín y mandolina, y en algunos casos hago el trabajo de solista.
Recordó que la introducción del cuatro como solista es relativamente nueva, a partir del trabajo del maestro Jacinto Pérez "El rey del Cuatro", un autodidacta que empezó a experimentar con sonidos y hacer algunos acompañamientos punteados.
Esa técnica la desarrolló posteriormente el maestro Freddy Reyna quien estableció cambios en la afinación (tradicionalmente la re fa si) al poner la última cuerda octavada, para apoyar el punteo.
Más reciente Hernán Gamboa aplicó la técnica de rasgar-puntear, parte de la evolución del instrumento nacido armónico y acompañante.
Interrogado sobre la introducción del cuatro en la música pop, como hace el músico venezolano Rafael "El Pollo" Brito, Oropeza expone sus dudas sobre la conveniencia de ese salto.
"Yo respeto al Pollo Brito y algunos de esos que hacen neofolklore. Es una forma comercial de promocionar lo nuestro, pero se corre el riesgo de perder las raíces en un proceso de comercialización: no estoy de acuerdo como ejecutante, músico ni crítico" apunta.
Para Oropeza hay una enorme variedad de géneros nacionales y "Esa música (neofolklore) niega a los cultores musicales con experiencia y la música que tiene que ver realmente con nuestra cultura".
Pero otros, como Felipe Antero, luthier y creador del cuatro utilizado por Oropeza, estiman que el trabajo de Brito sí apoya la expansión, que se aprecia hoy en la cantidad creciente de niños con sus instrumentos por las calles de las poblaciones venezolanas.
El Pollo, explica, es un magnífico instrumentista, compositor y arreglista. El vio una manera de llamar la atención de las emisoras de radio y lo hizo de una forma muy simpática.
Sí, es una especie de avance del conocimiento internacional del cuatro, que ya tiene su auge en Europa, sobre todo Francia y España. Lo que sucede es que aquí su manera de tocarlo se ve como forma de llamar la atención y en Europa ese estilo es aceptado como "tropical".
Pero para promocionar el cuatro a nivel internacional Oropeza considera más conveniente impulsar encuentros como el de La Estancia a los cuales, dice, a veces no se les da toda la importancia debida.
Según su criterio, un elemento importante del auge del cuatro en Venezuela es la adopción de la llamada ley resorte, aprobada en el mandato del presidente Hugo Chávez, que obliga a difundir en los programas musicales un 50 por ciento de producción nacional.
Sin dudas la ley tiene que ver, explica Oropeza, sólo que a veces algunos medios, sobre todo lo poderosos, la desvirtúan y colocan música que realmente es venezolana, pero la más estridente.
Al mismo tiempo opina que otros medios, sobre todo los estatales, tomaron la disposición con responsabilidad y promueven el cuatro y las variaciones de los muchísimos géneros nacionales existentes.
Más allá de coincidencias y discrepancias y la confirmación que sin contradicciones no hay cambios, la actualidad del cuatro en Venezuela demuestra es un instrumento vivo, arraigado y apoyado por políticas culturales oficiales.
Puristas e innovadores, acompañantes y solistas, tienen en la pequeña guitarra venezolana un instrumento de expresión en auge y con buen futuro, para el goce de una población que gusta cantar sus historias, amores y desventuras.
Ml
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