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Piano flamenco, teclas con sonido jondo

Piano flamenco, teclas con sonido jondo

Por Miguel Lozano
Madrid (PL) Un nuevo aire, tal vez irreverente para los puristas, se incorpora al flamenco en España con la creciente presencia del piano en el género, considerado tradicionalmente una expresión de guitarra, baile y cante.
Un recorrido por las carteleras del cante jondo evidencia la presencia de unas dos decenas de pianistas que se enfocan en el género que ganó el reconocimiento en los últimos años tras ser considerado cosa de gitanos, marginal y gente chunga (del caló: fea).
Esta incorporación se realiza en dos líneas básicamente: el acompañamiento a cantaores de flamenco tradicional o mediante visiones más innovadoras, generalmente tendentes a un jazz flamenco o fusión de ambos géneros.
De un lado una cantaora considerada referente del flamenco actual como Carmen Linares, se asocia con el pianista Pablo Suárez en sus presentaciones.
Según la llamada Dama del Cante es realmente un formato diferente, pero el flamenco llega de muchas formas y si un piano lo siente es como si fuera una guitarra.
Pero una característica del fenómeno es que la mayoría de los pianistas se adentran en el flamenco como solistas y no como acompañantes.
Músicos como la pianista madrileña Ariadna Castellanos (Flamenco en Black & White) lleva una indiscutible expresión de flamenco en eventos como el Monterrey Jazz Festival de California o el Heineken JazzFest de Puerto Rico.
Realmente la presencia del piano en el género no es nueva. José Romero, compositor, concertista y profesor (1936-2000) demostró que un piano puede también expresar el sentimiento de esta música nacida en Andalucía y española por antonomasia.
A Romero se le atribuye haber llevado al piano el toque y el sonido guitarrístico. Otro precursor fue Arturo Pavón, fallecido en 2005 a los 74 años de edad, reconocido por la introducción del piano como acompañamiento al cante.
Sin embargo, hasta la década de los años 90 era muy raro escuchar el piano en una música dominada por la guitarra, las palmas y luego el cajón y el bajo eléctrico, introducidos como una innovación por figuras como Paco de Lucía.
Quizás, una de las obras más significativas e ilustrativas de esta nueva ola es Orobroy, de David Peña Dorantes, una pieza que al escucharla puede provocar una sensación similar a la de oír por primera vez la apoteosis monumental de Carmina Burana de Orf.
Un piano de alma flamenca, corazón de jazz y conciencia clásica se conjugan en Orobroy con un coro que canta en caló (lengua gitana española):
"Bus junelo a purí golí e men arate sos guillabela duquelando palal gres e berrochí, prejenelo a Undebé sos bué men orchí callí ta andiar diñelo andoba suetí rujis pre alangarí",
(Cuando escucho la vieja voz de mi sangre que canta y llora recordando pasados siglos de horror, siento a Dios que perfuma mi alma y en el mundo voy sembrando rosas en vez de dolor).
En www.youtube.com/watch?v=5VDu6uPdIxY puede apreciarse una versión impresionante de Orobroy respaldada por Laura Pirri bailando en los corrales de Rota con el Jinete Manuel Piruat, practicante de la doma natural o en libertad (sin riendas, ni bocados).
La pieza muestra la conjugación del piano con orquesta y voces que vienen de siglos atrás y culturas diversas, sensación que provoca el flamenco.
Sobre el artista dijo el Diario de Sevilla (Andalucía): Músicos de la inventiva y el dominio técnico de Dorantes, debieran acabar con las suspicacias que, todavía hoy, al parecer, sigue suscitando el piano flamenco, no solo en el ámbito jondo.
Otro de los intérpretes de esa corriente pianística flamenca es Alex (Conde) Carrasco, hijo del cantaor flamenco Alejandro Conde, expresión de la forma en que la herencia musical va asumiendo nuevas manifestaciones que, por diferentes, no dejan de ser válidas.
Más referencias: Rosario Montoya, primera gitana con el título de Profesora e Instrumentista de Piano; Chano Domínguez, nominado al Grammy por su mezcla de jazz y flamenco con Piano Ibérico; Juan Cortés; Sergio Monroy y Laura de los Ángeles, muy emparentados con el jazz, entre otros.
Si sus hermanos Raimundo y Rafael, fundaron Pata Negra -un grupo que integraba lo mismo el blues que el rock de Jimmy Hendrix con el flamenco-, Diego Amador grabó su Piano Jondo.
A la pregunta de ¿qué es eso del piano flamenco?, hecha en una entrevista con Radio Rivas, Amador considera que brinda la posibilidad de aportar otras perspectivas para desarrollar nuevas ideas y dimensiones del fenómeno.
Amador reconoce que otros instrumentos sirven para comunicar y expresar este arte; sin embargo, aquellos que no sean baile, voz y/o guitarra son relegados a un plano menos relevante.
En su opinión, esa carencia refuerza la necesidad de analizar el fenómeno desde los diferentes instrumentos y retomar la historia de los pioneros que compusieron obras para teclado con señas de identidad flamencas hasta los pianistas flamencos actuales.
Otro de los intérpretes, Pablo Rubén Maldonado, con un fuerte componente jazzístico, rehúye la palabra fusión porque considera que se abusa de ella, sin tener en cuenta que todas las músicas se enriquecieron así. Mozart (Wolfgang Amadeus) y Beethoven (Ludwig van) también la hacían, afirma.
Más allá de criterios puristas, el fenómeno viene a demostrar que el flamenco es un género vivo, capaz de incorporar formas novedosas sin perder la esencia de la vieja voz de la sangre que canta y llora, sembrando rosas en vez de dolor, como el texto de Orobroy.
npg/ml

1 comentario

Miguel Fernández Martinez -

Hasta el mítico pianista cubano Bebo Valdés se involucró en la inserción del piano en el mágico mundo del flamenco. El disco Lágrimas negras, junto a Diego El Cigala es una muestra de ello. El músico cubano reconoció la influencia que le dejó su relación con el Niño Josele, El Piraña, entre otros músicos flamencos.