Entrevista/José Subdiaga/Fundación Bioandina
El cóndor vuelve
Miguel Lozano/Foto: Alberto Corona (el autor detrás con camisa azul)
Caracas.- De la mano del hombre, el mismo que propició su desaparición de una amplia zona andina desde principios del siglo pasado, el cóndor -mítico y majestuoso- vuelve a los Andes venezolanos en un intento por rescatar su presencia.
Por iniciativa de la organización ecologista Bioandina, con respaldo del Ministerio del Ambiente y del Instituto Nacional de Parques, están siendo introducidos en el país especimenes traídos de varios países.
Los expertos consideran que no será fácil la reintroducción en los Andes venezolanos, donde nunca hubo reportes de grandes poblaciones del cóndor (Vultur gryphus), debido a su extensión y la influencia marina de esta sección de la cordillera.
La labor, sin embargo, es parte de una estrategia mucho mayor de defensa de las aves en Venezuela, que se estima alberga el 44 por ciento de las dos mil 936 especies de aves de Sudamérica, parte de ellas en peligro de extinción.
El cóndor también fue diezmado por el efecto DDT, que provocó alteraciones en la capacidad protectora de los huevos de muchas aves, lo cual da como resultado la rotura precoz de las posturas.
Tradicionalmente esta ave majestuosa, con connotaciones religiosas para las poblaciones autóctonas, limita su hábitat a Sudamérica, en particular la Cordillera Andina.
Se acomoda a las grandes extensiones rocosas y de pobre vegetación de los páramos a más de tres mil metros de altitud y se les considera una de la especies que pueden volar a mayor altura: hasta 10 mil metros según algunos expertos.
Su carácter carroñero le otorga una función de protección de los ecosistemas, identificada por su pertenencia a la familia Cathartidae, del griego "Kathartes" que significa "el que limpia".
El cóndor es particularmente susceptible a las modificaciones ambientales debido a su bajo índice reproductivo, dado por las características de que las hembras ponen sólo un huevo cada dos años y deben ser incubados por 56 días.
A ello se suma que la especie madura sexualmente luego de los ocho años de
vida.
Para la supervivencia, frente a esas debilidades, cuenta con un sentido de la vista muy desarrollado que le permite localizar el alimento desde grandes alturas y la posibilidad orgánica para ingerir carne en estado de descomposición.
Adicionalmente te estima que es una especie muy longeva, tanto que en algunas culturas indígenas se estima que nunca muere, pues cuando se siente viejo regresa al nido para renacer, una alegoría que pudiera ilustrar lo que se está tratando de hacer ahora en Venezuela.
El retorno de esta ave al país está acorde con una política nacional de protección del ambiente en el país sudamericano, que en su extensión de caso un millón de kilómetros cuadrados posee una gran variedad de climas y formaciones.
Según el Ministerio del Medio Ambiente, existen aquí más de 10 especies de aves en peligro de extinción: la soisola de Margarita o macagua; el águila arpía; el paují copete de piedra; la cotorra cabeciamarilla; el carapaico o ñángaro de Margarita.
Asimismo el perico multicolor; la guacamaya verde; el cardenalito; el gualí o pava negra; y el jilguero cara amarilla.
El regreso del cóndor alcanza connotaciones religiosas y culturales más allá de las ambientalistas, por ser considerado por los aborígenes el espíritu de los Andes y así representado en pinturas rupestres y artesanía prehispánicas.
En el retorno de esta ave, de alguna manera, el hombre estaría también demostrando la capacidad de reconocer errores cometidos por sus antepasados y devolver a la naturaleza una expresión de la diversidad arrebatada innecesaria e indolentemente.
El cóndor sobrevive
Apenas cuatro cóndores sobreviven hoy en Venezuela pese a la labor de reintroducción iniciada hace 14 años.
José Subdiaga, de la Fundación Bioandina, explicó a Prensa Latina que la situación del cóndor en la nación sudamericana es muy crítica, sobre todo debido a la incomprensión del hombre, pero la campaña de repoblación sigue adelante.
Lamentablemente, expresó Subdiaga, el programa ha tenido muchas dificultades y de 15 animales liberados inicialmente sólo han logrado sobrevivir cuatro, de los cuales habrá a duras penas una pareja, pues sólo uno de ellos es hembra.
Según su criterio, posiblemente la pareja se establezca dentro de cuatro o cinco años, debido a que es un ave de una maduración sexual muy lenta, cerca de los 12 años, y ello hace muy tardíos los resultados en la liberación de potenciales parejas.
Interrogado sobre las causas de la mortandad, el experto explicó que perecieron fundamentalmente a manos del hombre que, por desconocimiento, comenzó a matar a las aves, a partir de creencias erradas sobre su naturaleza.
Explicó que por ello se detuvo la liberación de nuevos ejemplares y se inició una campaña de conocimiento.
Actualmente en Venezuela existen otros siete animales en cautiverio listos para liberar además de la posibilidad de adquirir otros mediante convenios con zoológicos de otros países, tal como fue el inicio de la reintroducción del cóndor.
Recordó que el programa comenzó con animales de Argentina, Chile y zoológicos de las ciudades norteamericanas de de San Diego y Cleveland, así como Combatiente, un ejemplar cubano.
Aunque en Cuba no existen cóndores, Combatiente es hijo de una pareja regalada por el extinto presidente de Chile, Salvador Allende, y se encuentra actualmente en Mifafi, en el páramo del estado Mérida, donde radica la Fundación Bioandina.
Subdiaga conversó con Prensa Latina en Caracas, hasta donde viajó como parte de las acciones de la fundación para crear conciencia entre la población sobre la necesidad de preservar esta especie americana.
Visitamos escuelas, comunidades, pueblos… donde podamos llevar la información. Pretendemos que la gente aprenda y conozca un poco lo que tiene a su alrededor y ayude a cuidarlo, puntualizó.
En cuanto a las posibilidades, el especialista estima que es difícil la existencia de una población grande cóndores en los andes venezolanos, con una extensión menor que los de Argentina y Chile, donde el área montañosa puede tener 300 o 400 kilómetros.
En los nuestros, precisó, llega escasamente a 60 kilómetros de ancho por 180 o 200 de largo y pueden albergar en libertad de 30 a 40 cóndores: “es lo queremos y pensamos que el hábitat los puede mantener de manera natural”, subrayó.
Interrogado sobre la adaptación de ejemplares nacidos en cautiverio a las condiciones de libertad, Subdiaga explicó que cuando se liberan los cóndores se les hace seguimiento continuo, pues se les incorporan transmisores telemétricos y satelitales.
Inicialmente se les suministra alimentos de forma que el animal crea es fortuita; no todos los días en el mismo sitio ni con la misma frecuencia, sino de manera dispersa y se va alargando con el tiempo, de manera que el cóndor la busque por sus propios medios.
Con todo, la experiencia venezolana indica que el hombre sigue siendo la amenaza principal para estas aves majestuosas y capaces de relacionarse afectivamente con los humanos, como demuestra la Fundación Bioandina.
En opinión de Subdiaga ello se debe a la persistencia de creencias erradas, pues muchos consideran la especie perjudicial para el hombre, cuando es todo lo contrario, pues al ser carroñera, come animales en descomposición y evita la contaminación.
Ml
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